lunes, 25 de junio de 2012

MORALIZADORES



La semana pasada me pasó algo gracioso, estaba manejando en una avenida de doble vía, (un carril para cada lado) que tiene mucho tráfico, especialmente, en horas de entrada y salida de estudiantes del colegio y la universidad que hay sobre esa calle.  Venía tranquilamente  por mi carril y como estábamos parados, decidí ver mi celular para poner una canción, repito, estábamos parados en el tráfico.  De pronto, una señora me pita insistentemente, muy insistentemente y con puras señas me reta para que no use el celular.  Lo gracioso del caso es que mientras ella me pegaba gritos de lo que “no se debe hacer” ella me rebasaba por la derecha y hacía doble fila donde no se puede.  Yo al principio no entendí que le pasaba, luego de recibir semejante retada, me puse a pensar… ¿que le pasa?  Se pone histérica por que según ella estoy usando el celular -cosa que no era cierta, estaba poniendo música mientras el carro estaba parado- y ¿no se da cuenta que es ella quién infringe la ley?  ¿Cómo alguien puede ser tan osado de casi insultar a otra persona por algo que “no se debe hacer” mientras ella misma comete una falta?

¡Es que este mundo esta lleno de gente así!! ¡Puro moralista! Es más fácil ver los errores del resto, hasta enojarte, dar cátedra de lo que se debe o no hacer, de lo correcto o incorrecto y jamás te pones a ver los errores que cometes.
Pasamos mucho tiempo preocupándonos por lo mal que actúa el resto o por lo que no hacen y deberían (según nuestro sabio criterio, claro está) y nos peleamos, ¡hasta nos amargamos! por que las personas no piensan como nosotros… por que están “equivocados”.

Cuántas situaciones no se mejorarían si paráramos a ver nuestros errores primero y nos preocupáramos por corregirlos.  Hay muchas causas justas en el mundo que por la intolerancia y la falta de humildad de quienes la lideran, pierden su objetivo y terminan en guerras, en rompimientos, en distanciamientos, en muerte.
Cuánto ganara la sociedad si primero nos preocupáramos por trabajar en nosotros mismos, dando tal vez, una mínima opción, una posibilidad, de que el otro tiene algo, tal vez algo, de razón en lo que dice o piensa.  Preguntando primero, antes de dar por sentado que el otro es un imbécil y hace todo mal, aceptando que puede haber otra forma de hacer las cosas, de sentirlas, de percibirlas, de hacerlas.  Además, que haciendo bien lo que nos corresponde aportaríamos con quienes nos rodea:  familia,  trabajo, congregación, etc., logrando un fenómeno de expansión, contribuyendo a que la sociedad sea mejor, siendo parte activa de este gran engranaje.
¡Y es que tenemos tanto que hacer de nuestras narices para adentro! Pero no, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

Así, por ejemplo, esa señora que pito insistentemente tratando de corregir en mi algo que según ella estaba haciendo mal yo, se hubiese preocupado mejor por no hacer doble fila, por ella no infringir la ley, para luego, pretender meterse en la vida del otro.  Así también, nos preocuparíamos por educar a nuestros hijos bien y no ver lo malcriados que son los hijos del resto.
Nos preocupáramos por trabajar en nuestro matrimonio y no en corregir el compromiso de la otra persona.
Los gobiernos se preocuparían más por la responsabilidad adquirida, que por  insultar o minimizar el trabajo de sus opositores y antecesores.
Quienes tienen a su cargo la enseñanza de la fe se preocuparan por predicar la palabra de Dios y así convertir al mundo, sin necesidad de hacer señalizaciones o usar adjetivos inmisericordes, como ha ocurrido en algunas ocasiones.
No perdamos el horizonte, que seamos buenos en algo no quiere decir que no tenemos nada más en que trabajar o que tenemos la autoridad para ir por el mundo dando cátedras de moral.

Es difícil, pero la idea es tratar.  Dejar de buscar culpables y a quienes volcar nuestro complejo de maestros. 
Intentar hacer bien nuestra parte para luego pretender moralizar al otro.

Por lo menos yo, creo que vale la pena el experimento.



Quien no sabe bailar, le echa la culpa al piso.
  Orson Welles

miércoles, 6 de junio de 2012

DON' T TAKE IT FOR GRANTED




Antes de empezar aclaro que amo mi idioma y si pudiera hacer que todos hablaran español ¡lo hiciera! 
Es el más lindo del mundo... Pero hay expresiones que en otros idiomas, como por ejemplo, el inglés, suenan ¡Perfectas! Y no hay traducción que las haga sonar igual, o por lo menos para mi.
Eso es lo que me pasa con una de mis favoritas: "Don' t take it for granted".   (Suena raro decir, “no lo tomes de gratis” o algo así…)

Siempre he querido escribir sobre su grandeza, encierra tantas actitudes que observo en muchas personas cuando creen que se merecen todo, cuando dejan de valorar, cuando dejan de decir "gracias".
¿Te has puesto a pensar a cuantas personas debes de decirle "gracias"?  bueno, puedes empezar a pensarlo...
Gracias a tus padres por todo lo que te dieron, educación, cariño, paciencia, regalos, una vida feliz y completa, gracias a eso, eres una buena madre/padre, eres cariñoso y tratas bien a tus hijos; o, gracias a tus padres que no fueron tan dedicados, porque cometieron muchos errores, ya que eso te ayudó a ser más exigente contigo mismo, a corregir tu vida gracias a los tropezones de otros, a ser más fuerte, a ser mejor padre/madre de lo que fueron contigo.
Gracias a tu pareja, porque ha sido el mejor esposo, te cuida, te apoya, te hace feliz y te hace sentir cuánto lo necesitas y amas en las buenas y en las malas; o, gracias a tu ex esposo o novio, porque gracias a esa experiencia, eres mejor, te amas más a ti mismo, estás más seguro de lo que quieres para ti y porque incluso te dio una nueva oportunidad para amar.  Te diste cuenta que hay segundas y mejores oportunidades.
Gracias a tu jefe, porque te dio la oportunidad de trabajar en lo que quieres, confió en ti y te permitió crecer profesional y económicamente; o, gracias a ese jefe que te trató mal, porque gracias a él conociste el coraje de decir hasta aquí aguanto, tuviste fortaleza para renunciar y buscar algo mejor, porque te ayudó a madurar, a que confíes en tus sueños y te vayas detrás de ellos.
Gracias a tus amigos, que incondicionalmente te acompañan, que han dado su hombro para que te apoyes todas y cada una de las veces que necesitaste llorar y abrazarte de alguien, por sus consejos y por escuchar cada cosa que te pasa, por que te enseñaron el valor de la amistad y su grandeza; o, gracias a esos cuasi amigos que te traicionaron, que te dejaron cuando más los necesitaste, porque te ayudaron a saber desconfiar de la gente, a ser más observador y a escoger mejor a quienes quieres a tu lado, te enseñaron a ver lo importante del ser humano y como no debes ser como amigo.
Gracias a Dios, que esta siempre a tu lado para permitirte tomar la decisión acertada y acompañarte en cada momento, que te permite seguir experimentando el amanecer, la sonrisa de tu hijo, el abrazo de tu amigo, el beso de tu pareja, la recompensa de un trabajo terminado, la alegría de vivir.
¿Te has puesto a pensar cuántas veces se te pasa estas y otras cosas más de largo, creyendo que no vale la pena agradecer y valorar?
 En fin... ¡Hay tanto que valorar en la vida y es gratis! (como la majestuosa luna de estas últimas noches) Sueño con la idea de un mundo con gente agradecida, dejando de pensar que se lo merecen todo... exigiendo, olvidando y no apreciando. 
Estoy convencida que cuando uno es agradecido, se puede ser feliz.  Se valora más la vida, a la gente que está a su lado y a las oportunidades que se le presentan; descubre regalos escondidos y encuentra paz.

Así que…
Don' t take it for granted.  Para, observa, disfruta.