miércoles, 12 de noviembre de 2014

Y, ¿el esfuerzo para quién es?

Estoy un poquito cansada… debo admitir.
No se ustedes, pero en mi caso, la vida ha sido un constante esfuerzo por hacer las cosas “bien”, muchas personas cercanas a mi pensarán que yo he hecho siempre lo que me ha dado la gana, pero la verdad es que no ha sido así. (ya hubiese querido…)

Hay que ser buena, hay que ser correcta, hay que ser la mejor, no debes hacer sufrir a nadie, no digas eso, trata mejor a la gente, cambia el tono… en fin!! Un sin número de must do han estado vinculados a mi vida, desde que me acuerdo.
Esto, sumado a mi extraña necesidad por buscar ser siempre un mejor ser humano, (puede ser parte de una rara enfermedad sin cura) pero, de donde venga, es algo que no puedo dejar y que pesa, y me ha venido pesando bastante…

Entre el camino espiritual, la salud mental y física, el dormir bien, el juntarte con gente de buena energía, el evitar abrir la boca y decir cosas dolorosas, el tratar de no virarle la cara a la gente que no soportas y te toca ver mil veces; la infaltable cita con la sicóloga y las siempre frases “todo pasa por algo y todo tiene su lado positivo”, uno se pasa en una constante lucha por sobrevivir y no botar la toalla. Esfuerzo, esfuerzo y esfuerzo…

Es verdad, si uno no trabaja por si mismo, entonces ¿quién?, pero que agotador que puede llegar a ser.
Todo el tiempo tratando de controlar tus impulsos, poner la cara de boba cuando te dicen cosas que te lastiman, o hacerte la idiota frente a comentarios desatinados, cuando lo que en realidad quieres es mandarlos a volar, encerrarte en un cuarto o pegarte 4 tragos bien tomados y no parar de bailar aunque piensen que estas loca. O mejor aún, tener el desequilibrio suficiente para decirle a toda esa gente, que te has tenido que calar en pro a la prudencia y las buenas costumbres, que realmente quieres que se vayan al demonio, y que si tu estas loca, pues ellos no se quedan atrás. Que sus consejos, no pedidos, deberían aplicarlos en su patética vida y que su familia y su trabajo no la quisieras ni regalada!!! Su pareja y sus hijos, ¡menos! Pero no, hay que estar en un constante “sssssshhhhhh”.
Tanta gente que se cree que lo tiene todo resuelto, que descubrió la pócima de la juventud eterna y la sabiduría divina, que creen que su vida es la del mismísimo dios griego (escoge el perfil que más te convenga, hay para todos los gustos) y en realidad están más locos que una cabra, pero claro ellos solo ven la locura en ti… y lo más triste, están tan cerca tuyo… Están ahí afuera y complican el camino, ese camino que uno, por auto-tortura, ha decidido tomar para ser “un mejor ser humano”, creyendo que al final de todo, se ganará el premio gordo: “la felicidad eterna”. 
Tal vez fuese más fácil vivir en el auto-engaño de que “ya soy lo suficientemente bueno”.  Pero, ¡no! Uno es estúpidamente consciente.
¡Que cansón!!! Uno siente como si esta solito remando y todo el mundo para el otro lado. Que ganas de salir corriendo…

Entonces, te pones a pensar, y ¿este esfuerzo, para quién es? Para mis padres, para mi espos@, para mis amigos, para la sociedad, para mi jefe… ¿para quién es? Lo único que parezco tener claro, es que, si la respuesta es cualquiera que no sea, PARA TI, todo esta peor de lo que pensabas… A pesar de lo agotador que puede llegar a ser, al final del día la satisfacción de haber hecho lo correcto y dormir con la conciencia tranquila, sin que nadie te lo haya pedido, tapa el esfuerzo y lo convierte en victoria. Puede ser que la gente no se de cuenta de los pasitos que has dado, pero tu te los llevas para ti, nadie te los quita, por que son para ti. Para nadie más.
Y cuando esos pasitos frenan, simplemente, por que estas cansad@, pues siéntate cómodo y espera, pronto la fuerza regresará y seguirás el camino… y si durante ese intento, metiste la pata y dejaste el control de un lado, pues también esta bien, si ya fuésemos dioses o santos, pues no estaríamos aquí.
No es que justifique, solo que reconozco que tenemos límites, que nos agotamos y hasta perdemos la fe, que a veces reventamos y no podemos más, porque, también somos débiles y nos merecemos mandar todo y a todos, al mismísimo cebo (frase que odia mi sicóloga pero que no logra sacar de mis dientes). A veces un pasito para atrás nos ayuda para seguir el camino con más fuerza y para terminar de superar cosas.
Y, la vida es eso, un constante esfuerzo por regresarle a Dios algo mejor de lo que nos dejó. También, se pagan interese allá arriba, pero con obras. No podemos regresar la misma cosa que se nos dio, debemos entregar algo mejoradito, que vergüenza entregar algo peor.  Bueno, por lo menos a mi, me diera vergüenza, y cuando digo, que la lucha es para mí, esta lógicamente incluido a Dios, que es lo que me hace luchar por ser mejor, regresarle lo que me dio “un poquito mejor”, aunque pueda ser demoledor. Pero, lo que se destruye se puede volver a armar, tal vez no con la misma gente de antes, ni en el mismo lugar, pero de que se arma de nuevo, ¡se arma! (Eso creo yo, por lo menos)
No es culpa, me hicieron intensa, vehemente y luchadora; aunque se les olvidó hacerme incansable. Pero las otras características terminan ganando, al fin y al cabo, todo esto es para mi, y léase para mi, para mis hijos.  Ellos no tienen la opción de ser de otra madre o de vivir en otro lugar (mientras sean chicos), el resto, si esta a mi lado, es por pura gana. Deslindo cualquier responsabilidad.

Cargada estoy, es cierto, pero satisfecha de estar consciente de muchas cosas y luchar por cambiarlas; creo que eso es mejor, que estar ciego pensando que soy tan bueno que no tengo nada que hacer… pero ese, no es mi lío, solo lo uso para hacer más clara la explicación.

En todo caso, tan bien es bueno descansar.  De la pausa, también se sacan cosas buenas y a pesar que no creo -ni un poquito- que debo esperar algo de alguien, a veces hay que dejar que los otros también ayuden en el camino, cuando es compartido; y sino es así, pues no me creo que la carga sea solo mía. Ni nadie hace el trabajo por mi, ni yo hago el trabajo del otro.

En fin, me voy a descansar. Esta noche, con un vinito para dormir bien y mañana, con un cafecito, porque todo va de nuevo…




miércoles, 25 de junio de 2014

¿QUIÉN DIJO MIEDO?





¿QUIÉN DIJO MIEDO?


miedo.
(Del lat. metus).
1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

Cuando busqué el significado de la palabra "miedo" en el diccionario pensé encontrar algo relacionado o semejante a la descripción de una fobia. Es común que si alguien pregunta ¿a qué le tienes miedo? Te imaginas que se refiere al típico miedo a la obscuridad, a las alturas, a los animales, etc... Pero no, me dio mucho gusto encontrar lo que encontré y de lo que quiero hablar.

A veces uno tiene tantas ganas de hacer o emprender algo y de pronto, se paraliza; o, a veces, uno ha tomado una decisión y de pronto un escalofrío se toma nuestro cuerpo y sentimos terror de lo decidido; o empezamos a cuestionarnos una y otra vez si hicimos lo correcto...  y así, mil casos más. ¿Inseguros, precavidos, complicados? No sé si también hay algo de eso, pero estoy segura que lo que si hay es “miedo”.
Éste sentimiento si bien a veces nos funciona para detenernos y pensar mejor en dar un paso adelante en nuestras vidas, puede terminar siendo de lo más dañino y contraproducente. Sin darnos cuenta - y así nos consideremos: fuertes, valientes y luchadores - llega un momento en que nos atrapa, nos hace actuar de manera equivocada, lastimando a quien esta relacionado con ese miedo, o frenándonos, no permitiéndonos ser, actuar o avanzar.

El miedo no solo es frente a una decisión, el miedo se presenta también cuando empezamos a tener un sentimiento por alguien, y dependiendo de nuestras experiencias, este miedo puede coger fuerzas inexplicables, haciéndonos perder oportunidades importantes... y ni qué decir si se mezcla con el ego:  ¡Explosión!
Pero es justo en ese momento, cuando lo detectas, que el poder regresa a tus manos, es el momento de decir: no quiero tener miedo, quiero permitirme vivir esto o aquello, luchar por algo o simplemente dejarme llevar, al fin y al cabo qué es lo peor que puede pasar ¿qué nos equivoquemos? Entonces, con mayor razón, vencer el miedo es válido, porque esta vida no es otra cosa que un cúmulo de experiencias: alegrías y tristezas; aciertos y derrotas.  Experiencias que nos hacen sentir vivos.

Ése miedo no debería ser la razón para que uno deje de amar, para que uno decida salir de ése trabajo que te atormenta, para que uno decida emprender el sueño de su vida, para que uno decida hacer el viaje que tanto ha querido. Ése miedo no debe ser la razón para que uno deje de confiar en uno mismo y buscar la realización personal. No se puede permitir que nos haga retroceder o pero aún, dejar de avanzar.

El miedo también está ligado con nuestra necesidad de tener el control de la cosas, una vez que las situaciones se salen de nuestro alcance o implican decisiones de terceros, el miedo toma fuerza y nos lleva a vivir momentos de angustia y desesperación. Incluso está ligado con los conceptos que tenemos arraigados en nuestro subconsciente y que nos obligan a cumplir con estructuras sociales, religiosas y políticas que nos limitan y nos indican cómo "deben" ser las cosas para considerarlas "normales", es por ello que cuando algo fuera de esos parámetros ocurren, el miedo se apodera de nosotros.

Así también, cuando hemos sufrido la enfermedad de un hijo, el fracaso de un negocio, la pérdida de un ser querido o cualquier situación de dolor, el miedo es el primero en aparecer y bloquearnos para "protegernos" de que algo así se repita. Suena a protección, o sea, a algo bueno, pero no es nada más que una nueva barrera.
"¿...y si es qué esto pasa?", "¿y si me lo hacen de nuevo?", "¿y si fracaso?", "¡hubiera hecho otra cosa!", "mejor no tomo la decisión por ahora", "¿y si no es para mi?". Ésas son, entre muchas más, las frases que vienen a nuestra cabeza cuando dejamos entrar al miedo… y mejor no entro a mencionar las frases que podemos decir cuando el miedo se toma de la mano del ego y deciden hablar. ¡Explosión! Ooootra vez.

En todo caso, puede ser que ésto no te haya ocurrido y te parezca de locos... En cuyo caso me alegro por ti; pero si la situación te parece conocida, sabrás que existimos unos cuantos por ahí que pertenecen a tu grupo, que luchan día a día por dejar de controlar las situaciones, por intentar vencer miedos y buscar arriesgarse, que tratamos de convencernos que no hay mejor decisión que irse con todo, que cuesta un montón y que muchas veces el miedo gana la batalla, pero que tenemos claro, que las experiencias, con cualesquiera que sean sus consecuencias, no podemos dejar de tenerlas. 

No es cualquier dicho el que reza: vida solo hay una.  Y es que indistintamente de tus creencias, ésta vida, la que estas viviendo solo es ésta, es una sola y no se vuelve a repetir.  Perderla paralizándote no es justo.  El miedo nos cierra puertas, nos hace desaprovechar oportunidades, nos hace sentir inseguros de lo que somos, de lo queremos, de lo que anhelamos.  Nos impide ser felices.

A vencerlo entonces, vivir y experimentar, al fin y al cabo ¿quién dijo miedo?