lunes, 19 de marzo de 2018

SAN JOSÉ, mi padrastro favorito.

Hoy es el día de San José, el esposo de la Virgen María. La historia lo recuerda como un hombre de bien, trabajador, esposo abnegado, comprensivo y sobre todo, con una fe inquebrantable.  Él creyó en Dios y en Su plan divino de mandar a Su hijo a salvarnos a través de una joven que él, San José, aceptaría como esposa.  Además, cuidaría de Jesús como hijo propio.  Fue guía, soporte, maestro y educador del hijo de su esposa, la Virgen María.  Jesús recibió y creció con ese amor y también lo amó.  San José, la Virgen y Jesús fueron una familia que hoy muchos seguimos poniendo de ejemplo.

Incluso, familias como la mía.  Familias “disfuncionales”, nos llaman... y bueno, si ese es el término sicológico, sociológico y demás, está muy bien, a la larga es lo de menos.  Pero, es cierto que somos un poco diferentes, estamos formadas por una pareja la cual aportó con hijos que no son hijos del ahora esposo y jefe de familia y/o de hijos que no son hijos, de la ahora madre o mujer del hogar.  Pero nos amamos y cuidamos como una familia “común”.

San José es el mejor ejemplo del amor del padre que la historia nos ha ofrecido, indistintamente de la religión que se profese o de cualquier creencia, incluso, para esos hombres que como en el caso de mi familia y la de muchos, le tocó hacerse padre de unos niños que no son propios, producto de una decisión que nace del amor.

Son hombres que deben ser lo suficientemente humildes para reconocer que “son padre, pero no lo son”, comprendiendo lo confuso de la situación y que conlleva un juego de sentimientos y decisiones marcados por los límites pero sobrepasados, exclusivamente, por el amor y la entrega.

Hoy quiero honrar a todos esos hombres llamados por el diccionario “padrastros”, pero que son más que una simple definición envuelta en una palabra tosca, fuerte y que “suena” sin sentimientos.


Honro a esos hombres que aceptaron estar con una mujer por amor y cargaron con sus cargas con valentía.  Que a pesar del miedo y de las dudas de hasta dónde pueden llegar o cómo se debe hacer, siguen ahí, incluso con el temor de tener en sus manos una responsabilidad que no es totalmente suya, dando lo mejor de ellos y haciendo lo mejor que pueden.  Es importante que sepan que lo que dan es más que suficiente.

San José supo ocupar su lugar, el lugar que la historia le puso y que era necesario para ese plan divino y estuvo a la altura de las circunstancias.  Al igual que él, muchos hombres luchan diariamente lograr estar a la altura de las circunstancias y hacer propio ese papel de “padre” que la vida les puso y que seguro ni se imaginaban.  San José es un ejemplo para todo tipo de padre, para el que tuvo la suerte de vivir siempre junto a sus hijos de sangre y para los que les tocó vivir junto a los hijos de otro.


Hay muchos hombres que hoy se merecen este reconocimiento.  Hijos puestos o impuestos, eso es lo de menos, lo importante es saber responder a las situaciones que te puso la vida y como San José, dar lo mejor de ellos por y con amor.   Gracias a ellos por estar y por su infinito amor.