martes, 14 de febrero de 2012

eres el final y eres el inicio

Tu me escuchaste, me comprendiste, me conociste, me aguantaste y sobre todo me esperaste.

Supiste comprender el duelo, el tiempo con los hijos, la necesidad de los amigos, lo oportuno de una salida, de un buen trago y un momento divertido... a pesar que no compartías esas necesidades.

Fuiste quien me acompaño en mis inseguridades y me ayudó a transformarlas.

Quien me dio esperanza y quien a pesar de mis palabras duras y verdades dolorosas, tuvo la paciencia suficiente para darme tiempo y callar.

Fuiste la seguridad que la relación necesitaba... y es que tu trabajaste y remaste por dos, siempre dijiste que sabías a donde te dirigías.

Conociste mis más obscuros secretos y seguiste a mi lado.

Sabes mis más grandes necesidades y me ayudas a vencerlas.

Estas consciente de mis defectos y caminas conmigo en mi deseo de mejorarlos.

Adquiriste un papel en mi vida y con mis hijos, que nadie te pidió, pero que siempre supiste era necesario.

Alimentaste esperanzas pero con la suficiente paciencia para tomar, lo que poco a poco te ibas ganando, en su debido tiempo.

Permitiste que conociera toda tu vida y que me enamorara...

Hiciste que vuelva a confiar, que vuelva a entregarme y que vuelva a amar.

Me enseñaste a recibir y sentirme cómoda con eso.

Me diste la oportunidad de dar nuevamente...

Creíste de mi lo que tu mismo conociste, no lo que otros decían, así como yo me enamoré de lo que me permitiste ver y sentir.

Compartes conmigo alegrías pero también penas y frustraciones de una parte de mi vida que decidiste cargar conmigo a pesar de que nada de eso fue en tu tiempo.

Eres la prueba de que se puede amar intensamente, dejando atrás el pasado y sentir que cada nueva oportunidad que Dios ofrece puede ser maravillosa y mejor de lo que se espera.

Eres el final y eres el inicio.

Eres a quien quiero a mi lado.

Te amo Santiago.