lunes, 10 de septiembre de 2012

FAMILIAS RECONSTRUIDAS



Hay conceptos, creencias, ideales de lo que tal o cual cosa “debe” ser, pero a veces la vida nos lleva a formar parte de las excepciones o de lo que supuestamente “no es normal”.
Mi familia es una de esas “diferentes”, soy divorciada y me he vuelto a casar.  Ahora somos 5, con mi esposo gané una hija y se suman a los 3 que ya existíamos, mis 2 hijos y yo.  Soy católica y se las consecuencias de estas decisiones, pero apuesto a la misericordia del Señor, porque creo en este nuevo inicio y El y yo sabemos que es motivado por el amor.

Esta semana es la semana de la familia y creo que las que son como la mía o de alguna manera y por alguna razón, “distintas” merecen también formar parte de esta celebración. 

Había escuchado el término de familias “disfuncionales” y que supuestamente eso somos las que no estamos conformadas por el padre, la madre y los hijos de esa unión.  Este término, desde mi punto de vista, es doloroso, mezquino y de lo más injusto y no por que me caiga directamente, sino, por que no se puede juzgar y menos generalizar; lo disfuncional puede también existir en lo que aparenta normalidad, además, al igual que la familia estándar, hacemos todo para que la nuestra sea la mejor del mundo, llena de felicidad, amor y paz.  

¡Claro que sería increíble que no haya divorcios, que no haya pobreza, ni drogas, ni violaciones, que solo reinara la paz y la alegría!, pero no, el mundo tiene sus dificultades y hay que aprender a vivir en situaciones extremas y sacar lo mejor de ello y si, junto a Dios, Dios no está solamente con los que siguen el camino “normal” y tuvieron una estrella que les hizo sus vidas fáciles y perfectas, Dios también está con los otros.

Pero así como hay términos un tanto duros, también hay otros a los que podemos acudir si queremos tener otra visión de las cosas y continuar.
Gracias a una persona que Dios puso en mi camino, aprendí que mi familia es una familia “reconstruida”, este término me llenó de esperanza y de nuevos ideales, y es que somos distintas al resto, es verdad, pero no menos importantes.

Ser parte de una familia reformada me ha traído grandes desafíos como ser humano.  Es interesante lo que puedes aprender cuando formas parte de una de ellas.  La humildad, la entrega, la paciencia y el amor llega incluso a sobrepasar el límite de lo que practicas con la tuya de sangre,  ¡y es que es fácil amar lo propio!,  el desafío es hacerlo con los nuevos integrantes de tu familia, esos que ahora forman parte de tu vida y la comparten contigo.
Debes abrirte a amar a una persona (o las que vengan con tu pareja) y aprender un nuevo papel en tu vida que requiere de mucho cuidado y precisión, y la verdad es un ejercicio de amor que solo puede ejercerse de la mano de Dios, por que el amor por tu pareja no es suficiente.

Tu ego debe ser dominado y en lo posible, eliminado.  No solo porque toca dejar atrás cualquier resentimiento o dolor que puedas sentir por tu ex pareja para que tus hijos estén bien, al fin y al cabo, ellos no tienen culpa de nada y merecen seguir viendo a sus padres o madres que ya no viven con ellos – eso no se cambia y ese lugar no se ocupa – sino también, porque toca recibir como propios a los que llegan y toca entregar a los propios a los que llegan.  Situación a la que se enfrentan otras clases de familia conformadas de distintas maneras, niños que se quedan con sus abuelos porque sus padres emigraron, padres que adoptaron niños, tíos que integraron al hijo de uno de sus hermanos a su familia, entre otras, todas ellas también luchan día a día por ser la mejor familia del mundo para que sus miembros sean felices.

El diccionario de la Real Academia da un significado de familia más justo que lo que muchos personas definen a familias como la mía, pero de la mano de Dios todo se supera.  La tarea no es fácil, siempre ser “distinto” hace las cosas complicadas, pero la vida de uno no debe ser calificada por otros, uno no lo puede permitir,  se debe de seguir adelante y hacer lo mejor posible dentro de la realidad que le ha tocado vivir.

A esas familias que muchos llaman “disfuncionales” y muchos otros llamamos “reconstruidas” mi más grande admiración y respeto.  Nadie sabe por que llegaron a donde están, pero tienen el derecho de mejorar, corregir y continuar, y sobre todo, merecen ser felices.

Esta es la semana de la familia y eso es lo que somos.