Hay conceptos,
creencias, ideales de lo que tal o cual cosa “debe” ser, pero a veces la vida
nos lleva a formar parte de las excepciones o de lo que supuestamente “no es
normal”.
Mi familia es una de
esas “diferentes”, soy divorciada y me he vuelto a casar. Ahora somos 5, con mi esposo gané una hija y
se suman a los 3 que ya existíamos, mis 2 hijos y yo. Soy católica y se las consecuencias de estas
decisiones, pero apuesto a la misericordia del Señor, porque creo en este nuevo
inicio y El y yo sabemos que es motivado por el amor.
Esta semana es la
semana de la familia y creo que las que son como la mía o de alguna manera y
por alguna razón, “distintas” merecen también formar parte de esta
celebración.
Había escuchado el
término de familias “disfuncionales” y que supuestamente eso somos las que no
estamos conformadas por el padre, la madre y los hijos de esa unión. Este término, desde mi punto de vista, es doloroso,
mezquino y de lo más injusto y no por que me caiga directamente, sino, por que
no se puede juzgar y menos generalizar; lo disfuncional puede también existir
en lo que aparenta normalidad, además, al igual que la familia estándar,
hacemos todo para que la nuestra sea la mejor del mundo, llena de felicidad,
amor y paz.
¡Claro que sería
increíble que no haya divorcios, que no haya pobreza, ni drogas, ni
violaciones, que solo reinara la paz y la alegría!, pero no, el mundo tiene sus
dificultades y hay que aprender a vivir en situaciones extremas y sacar lo
mejor de ello y si, junto a Dios, Dios no está solamente con los que siguen el
camino “normal” y tuvieron una estrella que les hizo sus vidas fáciles y
perfectas, Dios también está con los otros.
Pero así como hay
términos un tanto duros, también hay otros a los que podemos acudir si queremos
tener otra visión de las cosas y continuar.
Gracias a una
persona que Dios puso en mi camino, aprendí que mi familia es una familia “reconstruida”,
este término me llenó de esperanza y de nuevos ideales, y es que somos
distintas al resto, es verdad, pero no menos importantes.
Ser parte de una
familia reformada me ha traído grandes desafíos como ser humano. Es interesante lo que puedes aprender cuando
formas parte de una de ellas. La
humildad, la entrega, la paciencia y el amor llega incluso a sobrepasar el
límite de lo que practicas con la tuya de sangre, ¡y es que es fácil amar lo propio!, el desafío es hacerlo con los nuevos
integrantes de tu familia, esos que ahora forman parte de tu vida y la comparten
contigo.
Debes abrirte a amar
a una persona (o las que vengan con tu pareja) y aprender un nuevo papel en tu
vida que requiere de mucho cuidado y precisión, y la verdad es un ejercicio de
amor que solo puede ejercerse de la mano de Dios, por que el amor por tu pareja
no es suficiente.
Tu ego debe ser
dominado y en lo posible, eliminado. No
solo porque toca dejar atrás cualquier resentimiento o dolor que puedas sentir
por tu ex pareja para que tus hijos estén bien, al fin y al cabo, ellos no
tienen culpa de nada y merecen seguir viendo a sus padres o madres que ya no
viven con ellos – eso no se cambia y ese lugar no se ocupa – sino también,
porque toca recibir como propios a los que llegan y toca entregar a los propios
a los que llegan. Situación a la que se
enfrentan otras clases de familia conformadas de distintas maneras, niños que
se quedan con sus abuelos porque sus padres emigraron, padres que adoptaron
niños, tíos que integraron al hijo de uno de sus hermanos a su familia, entre
otras, todas ellas también luchan día a día por ser la mejor familia del mundo
para que sus miembros sean felices.
El diccionario de la
Real Academia da un significado de familia más justo que lo que muchos personas
definen a familias como la mía, pero de la mano de Dios todo se supera. La tarea no es fácil, siempre ser “distinto”
hace las cosas complicadas, pero la vida de uno no debe ser calificada por
otros, uno no lo puede permitir, se debe
de seguir adelante y hacer lo mejor posible dentro de la realidad que le ha
tocado vivir.
A esas familias que
muchos llaman “disfuncionales” y muchos otros llamamos “reconstruidas” mi más
grande admiración y respeto. Nadie sabe
por que llegaron a donde están, pero tienen el derecho de mejorar, corregir y
continuar, y sobre todo, merecen ser felices.
Esta es la semana de
la familia y eso es lo que somos.